¿Qué necesita Argentina de forma imperiosa? ¿Inversión extranjera, crédito para infraestructuras? Pues ahí dejó Xi selladas las condiciones para un crédito de 4.700 millones de dólares que se destinarán a construir dos represas hidroeléctricas (una llamada Néstor Kirchner y la otra Jorge Cepernic), en la provincia de Santa Cruz, donde Kirchner ejerció 12 años como gobernador antes de llegar a presidente en 2003. ¿Necesita también dinero para mejorar la maltrecha red ferroviaria? Ahí quedaron comprometidos 2.500 millones de dólares en crédito para comprar nuevas vías, locomotoras y vagones en la línea Belgrano Cargas.
¿Necesita Argentina reforzar las reservas de su Banco Central, que se han desplomado en los últimos tres años hasta la mitad y ahora se sitúan en torno a los 30.000 millones de dólares? Pues para eso vino también Xi Jinping, para conceder un crédito swap -o de intercambio de divisas- por un plazo de tres años y por valor de 11.000 millones de dólares, un tercio de las reservas de divisas argentinas. Además de todo eso, Xi otorgó un crédito de 423 millones de dólares para la compra de 11 barcos, rubricó un principio de acuerdo para construir un reactor de agua pesada en Argentina... Y así hasta firmar 20 convenios que marcan el inicio de una “asociación estratégica integral" entre ambos países.
Había razones para que Cristina Fernández expresara su satisfacción: “Hemos firmado hoy algo más que un convenio: el sueño de muchas generaciones de santacruceños", señaló. "No tengo más que palabras de agradecimiento porque cuando formulé la invitación a Xi Jinping le pedí por dos obras que considero fundamentales como son las represas hidroeléctricas y todo lo que es la primera etapa del [tren] Belgrano Cargas. También firmamos un convenio entre los dos bancos centrales para un pase financiero por 11.000 millones de dólares para lograr estabilidad en los tipos de cambios, justamente en momentos en que sufrimos ataques especulativos de sectores que hacen oscilar las monedas y vuelven al mundo inestable en materia financiera”.
Cristina Fernández ha encontrado en el presidente chino el respaldo ostensible que nunca halló en Estados Unidos. Así como Barack Obama invitó el año pasado a la brasileña Dilma Rousseff a la Casa Blanca, así como recibió en mayo al presidente uruguayo, José Mujica, y le dijo que es “un líder a lo largo de todo el hemisferio”; así como también agasajó el 30 de junio a la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y le dijo que ella era su"segunda Michelle favorita" y que Chile es “un modelo de democracia” muy “atractivo para inversiones"... Cristina Fernández nunca fue recibida en la Casa Blanca.
Y la presidenta poco a poco fue buscando otros horizontes comerciales. La semana pasada el presidente ruso, Vladimir Putin, visitó por primera vez Argentina, firmó un vago acuerdo de cooperación en materia de energía nuclear pacífica y sentó las bases para profundizar las relaciones. Ahora le tocó el turno a Xi, pero su visita fue mucho más sustanciosa que la de Putin. “Es un día que podemos definir como fundacional en las relaciones entre ambos países”, dijo Fernández refiriéndose a China. “Hay un nuevo marco en las relaciones internacionales y la aparición de nuevos actores es provechoso para todos”, añadió.
En cuanto a la batalla que libra Argentina con los llamados “fondos buitres”, el presidente chino solo podía ofrecer “compresión” y apoyo solidario. Y eso fue lo que ofreció: “La patria china comprende y apoya a la Argentina en materia de su reestructuración de deuda y esperamos que se logre una solución adecuada”. Eso eran solo palabras que poco pueden influir en el juzgado de Nueva York donde se dirime el caso de estos fondos. Lo importante, para el Gobierno, eran los 20 convenios comerciales que se acaba de firmar.