Malos tiempos para la épica. En Argentina cuesta recordar ahora las palabras que pronunció Cristina Fernández en enero del año pasado, cuando llegó al país la fragata Libertad, nave escuela de la Marina argentina, tras pasar 77 días retenidas en Ghana a causa de un embargo solicitado por los fondos Elliot Management y NML Capital. Los inversores reclamaban el pago de 1.330 millones de dólares más intereses. La presidenta resistió presiones internas y externas para no abonarles y finalmente consiguió que la fragata fuese liberada sin pagar un céntimo a estos acreedores.
En su discurso de bienvenida a los marineros, Fernández cargó una vez más contra losfondos buitres y citó al almirante Brown, padre de la Armada Nacional: “Cuando fue a defender al pueblo uruguayo de la agresión lusitana-brasilera en 1826 dijo que era preferible que la nave se fuera a pique antes que arriar el pabellón nacional”. Siguió citando a próceres: “Como también decía el general San Martín, que vamos a pelear y cuando no tengamos nada pelearemos en pelotas como nuestros hermanos los indios”. Y de paso, aprovechó para atacar al diario La Nación: “En esos 70 días algún matutino centenario decía que había que honrar las deudas y pagarle a los fondos buitre. Yo digo, por qué no empiezan pagando ellos lo que le deben al Estado argentino, hace diez años, en impuestos”.
Ahora, la situación es bien distinta. El viernes fue el día nacional de la bandera en Argentina. Fernández pudo haberse envuelto otra vez en la épica de los próceres. Pero en lugar de hacerlo, tendió una mano negociadora ante los fondos y ante el juez de Nueva York Thomas Griesa, quien había conminado a pagarles 1.330 millones de dólares. En su discurso no mencionó ni una vez la palabra buitre y recurrió en 14 ocasiones a las de negociar.
La presidenta decidió usar los únicos términos que podían aplacar a unos mercados temerosos de que Argentina incurra en un impago de deuda de consecuencias imprevisibles: “He dado instrucciones a nuestro ministro de Economía para que nuestros abogados le soliciten al juez que genere las condiciones para poder llegar a un acuerdo que sea beneficioso e igualitario para el cien por cien de los acreedores”. O sea, para el 92,4% de los acreedores que aceptaron en 2005 y 2010 una quita de la deuda y para el 7% que no la aceptaron: los fondos buitres.
Solo cinco días antes el lenguaje -y tal vez las intenciones- de Fernández parecían muy distintos. La Corte Suprema de Estados Unidos había rechazado el lunes la apelación del Gobierno argentino contra el fallo de Griesa, que obligaba a pagar a los fondos Elliot Management y NML Capital 1330 millones. La presidenta emitió un discurso solemne en todos los canales de radio y televisión donde advertía que si se pagara ese dinero, otros “fondos buitres” estarían en condición de cobrarle a Argentina 15.000 millones de dólares, “más de la mitad de la totalidad de las reservas del Banco Central”. Añadió que no iba a permitir ser extorsionada. Mencionó cuatro veces la palabra extorsión, cuatro la de buitres y cinco la del juez Griesa.
Al día siguiente, el martes 17 de junio, el ministro de Economía, Axel Kicillof, utilizó en conferencia de prensa un lenguaje similar: “No pasarán, no van a voltear las reestructuraciones de la deuda”. “Los buitres son buitres porque no negocian”. “Si una sentencia nos dice que nos suicidemos, no podemos aceptarlo”. “No podemos estar de nuevo en una situación donde, por pagar la deuda, reine el hambre”.
El consultor económico Dante Sica cree que el Gobierno tiene un problema político: “¿Cómo pasar del no pasarán de Kicillof al déjame pagar en cuotas?”. “Pero esa es la única solución posible”, añade Sica. “Una vez que Argentina litigó, aceptó todas las instancias, recurrió a la Corte Suprema… ahora no puede desconocer el fallo. Si aceptaste la regla y el árbitro, ahora tienes que acatar”.
Acatar esas reglas, según Cristina Fernández, implica que otros fondos buitres puedan reclamar hasta 15.000 millones de dólares, el triple de lo que el Gobierno argentino ha pagado a Repsol por la expropiación del 51% de las acciones de YPF. “Es cierto”, señala Sica “que van a venir los otros fondos que no entraron a las quitas de la deuda diciendo que ellos también quieren cobrar. Y tendrás que sentarte con ellos. Pero lo tienes que saldar de a uno. No es que te van a aparecer por ventanilla a cobrarte 15.000. Ahora se debería entrar en una etapa de negociación que puede llevar unos seis meses o un año. Pero es la salida más razonable”.
Dante Sica considera que a esta situación se ha llegado por impericia del Gobierno. “Los fondos son carroñeros. Pero el juez nos dio muchas posibilidades para que cerremos el tema sin llegar a una sentencia en contra. Durante siete años, Griesa pidió al Gobierno que preparase una propuesta de pago a los acreedores. Y el Gobierno siempre estuvo diciendo que no iba a pagar", concluye Sica.